Pablo Suárez

Pablo Suárez
(Argentina, Buenos Aires, 1937-2006)
Dicen que el Chacho ha muerto, no sé si será verdá, que se cuiden los salvajes, si vuelve a resucitar, 1997
Resina epoxi e inclusiones, 200 x 80 cm.
Inv. 12118

Obra donada por la Asociación en 2011 a través del Programa + arte para el Bellas Artes junto a American Express, adquirida a Subastas de Arte Roldán en arteBA

Comentario sobre la obra Fernando Farina

“Dicen que el Chacho ha muerto, no sé si será verdá, que se cuiden los salvajes, si vuelve a resucitar”. Esta copla se empezó a cantar tras la muerte de Ángel Vicente “Chacho” Peñaloza en 1863 y sirvió de título para la obra incluida en la exposición Destinos, que Pablo Suárez realizó en 1997.

Suárez fue uno de los más importantes protagonistas de la escena artística argentina en los 60 y referente fundamental en los 90. Su fascinación por las historias y los dichos populares incluyó al último caudillo de la Montonera de Los Llanos, uno de los pocos héroes románticos –entre tantos seres anónimos– en el que fijó la atención el artista.

Con los ojos desorbitados, la cabeza cortada del Chacho Peñaloza aparece en la punta de un poste y en descomposición, con una mosca posada sobre los labios. La violencia del hecho se potencia por la singularidad de proponer una especie de monumento que no desearíamos ver como documento de civilización. Y de esa manera se vuelve una interpelación al presente, a los perdedores y a los ganadores, a la historia y a la justicia oficiales.

Querido por los humildes, el Chacho fue uno de los últimos caudillos federales que se levantó contra el poder hegemónico de Buenos Aires. Odiado y considerado de una raza más baja y salvaje que los animales, fue perseguido hasta que finalmente se entregó. Si bien era famoso por la piedad que tenía con los prisioneros, él no tuvo la misma suerte. Sin juicio previo, fue baleado, mutilado y degollado. Su cabeza en la punta de una pica fue ubicada en la plaza del pueblo de Olta y su propia mujer encadenada fue obligada a barrerla. Algunas de sus extremidades fueron guardadas como suvenires y circularon por las cenas y almuerzos de la aristocracia de las provincias de San Juan y La Rioja.

Al beneplácito de autoridades nacionales sobre la forma brutal en que sus restos habían sido expuestos para amedrentar a la “chusma”, solo respondieron unos pocos como José Hernández, quien destacó su honorabilidad y desinterés.

La polémica, las contradicciones, y qué historias y cómo se cuentan siempre le generaron curiosidad a Pablo Suárez, quien ensayó tanto formal como temáticamente la construcción de escenas protagonizadas por personajes ‒la mayor parte de las veces anónimos‒ en los que cruzó el grotesco, el sarcasmo y el amenazante destino. Una pregunta que lanza sobre el hacer de quienes viven entre el heroísmo y la circunstancia inevitable de asumirlo. Una especie de romanticismo trágico.

Desde este lugar, se corre de las clasificaciones acostumbradas para dar cuenta de otras problemáticas, con una manera distinta de ver el arte, de profundizar sobre lo popular, aquello que distingue de las palabras difíciles y las obras herméticas.